¿Quien entiende este dolor?

El resultado fue el mismo, pero la actitud otra, disculpenme si me deje engañar, pero ayer yo vi a los jugadores mas entregados que fechas atrás y aunque el resultado final no evita que se alargue nuestra tristeza hoy sabemos que los que conforman el equipo ya despertaron a su vergüenza.

Lo dijeron las lágrimas de Gonzales, la frustración de Sheput, el juego esmerado del "Chorri" , como siempre lo queremos ver, los intentos de Lobatón y el ímpetu de los juveniles que no están lejos de ganarse el titularato como Antonio Lizarbe, Yosimar Yotum y Juan Lojas, a quien su temperamento lo traiciono, pero antes de ello impuso el respeto que se le tiene que tener a esta camiseta.

Pero a pesar de ello perdimos, perdimos porque el cambio de actitud no borrara las falencias del equipo, la ineptitud de Reyes, los malos centros de Prado, el escaso fútbol de Casas y el irreal aporte de Quiñonez.

A los 8´minutos un ex celeste iniciaría nuestro sufrimiento, Carlos Zegarra, de perfecto disparo marco el gol para el Aurich, y otro ex celeste evito los nuestros, Erick Delgado, quien mostró cierta nostalgia al ver aquella camiseta con la que logro mucho mas que títulos, logro el respeto y cariño de esta hinchada que hoy lo extraña y espera con ansias su regreso a nuestro arco.

Ya para el segundo tiempo el cambio de actitud del cual hablaba lineas arriba se hizo mas intenso, y así lo confirmo Lobatón desde un tiro libre a los 8´minutos de la segunda parte, dejando a Delgado sin reacción alguna.

Los festejos fueron cortos, si es que existieron, todos estábamos mentalizados en siquiera empatar este encuentro, lo cual no se pudo pero hoy estamos en condiciones evidentes de exigirle a Oblitas mejores resultados porque muchos jugadores demostraron estar en condiciones de vestir la celeste con mas orgullo y convicción que muchos de los titulares.

Al final las lágrimas de Gonzales solo reflejaron lo comprometido que se esta para sacar del fondo a Cristal, esa acción deberá verse reflejada en las tribunas donde nos toque estar, ya sea de local o visitante, para demostrar que nuestro aliento no es cosa de juego es cuestión de sentimiento.