lunes, 8 de marzo de 2010

Sporting Cristal, un amor eterno...

Ayer leyendo el sumplemento DEPORTE TOTAL de El Comercio me encontré en la columna del reconocido periodista Jorge Barraza, lineas que describe perfectamente al verdadero hincha del fútbol, a continuación lo comparto con quienes no tuvieron oportunidad de leerlo.

El verdadero amor eterno

“El fútbol es la única forma de amor eterno que realmente existe”, dice finalmente convencido Luciano di Crescenzo, napolitano, escritor de prestigio, filósofo, director de cine. “Nunca un milanista se tornará interista, al igual que un aficionado de la Lazio no se hará de la Roma”, sostiene. “En mi caso, soy hincha del Napoli y lo seguiré alentando siempre, incluso ahora que está en la Serie C”, concluye.

Los seres humanos, más tarde o más temprano, podemos dejar de amar a otra persona, abandonar pasiones, cambiar lugares o hábitos, pero una fuerza irresistible dice que no podemos mudarnos de club. No debemos, jamás nos perdonaríamos tan sacrílega decisión.

Estábamos viendo por televisión una entrevista a un cantante que narraba su vida. “Yo era de San Lorenzo —contó—. Lo iba a ver siempre y por mi padre conocía a los jugadores. Luego, ya adolescente, un día fui a La Bombonera y me hice hincha de Boca”. Quedé perplejo. Mi esposa, aún no siendo futbolera, comentó: “Por Dios, ¿qué clase de persona puede ser alguien que era de un club y se pasó a otro…?”.

¿Cómo un individuo al que se le eriza la piel por Alianza podría festejar algún día un gol contra Alianza? ¿O pasar a querer a la “U”? Jamás, ni en la derrota ni en el dolor ni en la tristeza ni en la desilusión uno puede dejar de amar al equipo con el que arrancó su idilio futbolero en la niñez. Y no es un fanatismo, en absoluto, sino algo puro y bueno.

¿Por qué es el fútbol el que concita tal sentimiento? Di Crescenzo cree que es por el entusiasmo que genera su imprevisibilidad. “El atletismo se aleja del mundo de la fantasía”, analiza. “Su lógica es sencilla: cuando se miden dos corredores, el mejor será el primero en cruzar la meta”. Ahí termina todo. Y traza un paralelo con otro deporte de equipo: el vóleibol: “Aquí sucede siempre lo mismo, un jugador recibe la pelota y se la pasa a otro en el centro del campo; este la deja para que otro la golpee al campo contrario. Y vuelta a empezar, todo igual. El fútbol, en cambio, ofrece miles de variantes, sobre todo cuando vemos en el campo a talentos como Maradona, cuyo juego no tenía límites”.

¿Cómo sería el mundo si todos los amores humanos tuvieran la fuerza y la fidelidad del amor del fútbol?

Jorge Barraza

Despues de decir que yo vivire siendo celeste para morir siendo celeste, no hay mas que agregar.

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